Comercializamos café de comercio justo desde 1999. Una de las bebidas más populares del mundo, tiene una enorme importancia en la economía mundial, principalmente en los países empobrecidos. Actualmente la supervivencia de 125 millones de personas en algunos de los países más pobres del mundo depende del café. Los constantes cambios en los precios internacionales dejan a estas personas en situación de extrema vulnerabilidad. Con el comercio justo, ellas tienen la oportunidad de un futuro mejor.
El trabajo de los caficultores empieza con el cuidado de las plantas y los suelos.
Las matas de café se cultivan en zonas boscosas y sus frutos se impregnan del aroma de los árboles frutales próximos.
La recolección del café debe hacerse cuando el grano está maduro, esta es una de las claves para que tenga un buen aroma y sabor.
En el proceso de recolección se implica, en mayor o menor mediada, toda la familia y a veces es preciso contratar braceros.
Una vez recogidos los granos de café, en la misma finca empieza su tratamiento.
Primero se realiza el proceso de 'despulpe' o descascarillado.
Tras eliminar la pulpa que protege los granos de café se realiza una primera clasificación de los granos y éstos se dejan fermentar entre 12 y 14 horas, momento en el que desprenden una melaza.
Es preciso lavarlos para eliminar la melaza que se ha desprendido de la fermentación.
Se exponen al sol en las mismas fincas para eliminar la humedad. En esta primera fase de secado se consigue eliminar el 50% de la humedad.
Los sacos de café se transportan a los 'puestos de acopio' o 'beneficios'. Donde vuelven a sufrir otra fase de secado.
El segundo secado elimina la humedad hasta el 12%.
Una vez se consideran suficientemente secos, los granos permanecen cerca de dos meses en las bodegas para adquirir sabor y color.
Con la cata se testa el color, el aroma, la textura y el sabor del café.
Del fruto rojo, a los granos molidos; el final de todo este proceso es la elaboración de la taza de café.
¡La taza de café ya está servida!