TU APOYO CAMBIA VIDAS
Este mes te presentamos a...
Te presentamos a Mebrit, una mujer de 35 años de la región de Amhara, en Etiopía, viuda y madre de dos niños y una niña. Hoy lidera un grupo de ahorro y emprendimiento femenino que está cambiando vidas en su comunidad. Su camino no ha sido fácil. ¡Descubre cómo ha llegado hasta aquí!
Como te puedes imaginar, el camino de Mebrit no ha sido fácil. Tras la muerte de su marido, tuvo que asumir ella sola el cuidado de la familia en un país con altos índices de pobreza, especialmente en las zonas rurales como la suya. Para salir adelante, se ofrecía a lavar ropa y preparaba injera (un pan tradicional etíope), que vendía para cubrir sus necesidades más básicas.
“Sufrimos mucho. Yo tenía ideas para emprender, pero carecía de mecanismos para ponerlas en marcha”, recuerda Mebrit.
En 2020, su vida cambió al unirse a un grupo de ahorro y emprendimiento apoyado por la organización Women’s Empowerment Action (WE Action), con la que colaboramos desde Oxfam Intermón. Allí aprendió a gestionar préstamos y empezó a sentirse empoderada. Con un primer préstamo, compró dos ovejas, que crió y reprodujo para obtener ingresos. Más tarde, solicitó otro préstamo para mejorar su hogar, añadiendo una habitación adicional que ahora alquila.
Mebrit, en una de las habitaciones de su casa, con su hijo y otras mujeres que forman parte del grupo de emprendedoras que ella lidera. (c) Petterik Wiggers / Oxfam
“Gracias al grupo, ahora puedo mantener a mi familia y mirar al futuro con esperanza”, afirma Mebrit.
Hoy lidera un grupo de 17 mujeres que, además de ahorrar y obtener préstamos, abordan temas cruciales como la planificación familiar, la prevención del matrimonio infantil o la violencia de género. Durante los años de conflicto en su país, 2020 y 2021, el grupo fue un pilar para Mebrit, pues la ayudó a encontrar fortaleza incluso en los momentos más difíciles.
“Lloraba todas las noches, pero las reuniones del grupo me daban fuerza. Nunca perdimos la esperanza.”
Ahora, Mebrit tiene claras sus metas: “Quiero seguir volcándome en la educación de mis hijos e hija y hacer que su vida sea mejor”, afirma con determinación.
Tu solidaridad no solo genera cambios individuales sino que también impulsa a comunidades enteras hacia un futuro lleno de oportunidades.
¡Gracias por ser parte de esta transformación!
Munadhel pertenece a la comunidad muhamasheen, una minoría que ha sido objeto de discriminación durante siglos y cuyos miembros se enfrentan a la pobreza extrema.
La familia de Munadhel luchaba todos los días por conseguir comida suficiente. Cuando él todavía era menor, se vio obligado a abandonar sus estudios para realizar trabajos ocasionales y ayudar en casa.
“A veces no había nada para comer. El hambre era constante y tuve que dejar de estudiar para que mi familia pudiera sobrevivir”, recuerda.
Con el apoyo de Oxfam Intermón, gracias a personas como tú, la familia de Munadhel recibió una paga mensual que hizo posible que él pudiera regresar a la escuela y completar su educación secundaria. Además, Munadhel aprovechó estos ingresos para sacarse un diploma en inglés y otro en informática, además de formarse en primeros auxilios, gestión de proyectos y planificación estratégica.
Munadhel ayuda con los deberes a su hermana Sarah y a su hermano Omar. (c) Ahmed Albasha for Gabreez / Oxfam
“Cuando recibimos la ayuda, fue como salir de la oscuridad hacia la luz. Mi vida cambió por completo: volví a estudiar, mejoró nuestro sustento diario y mi familia recuperó la esperanza”, afirma Munadhel.
Actualmente, está cursando el primer año de Contabilidad en la Universidad de Taiz y sueña con completar un doctorado. Su familia, que antes vivía en la incertidumbre, ahora disfruta de nuevas oportunidades gracias al esfuerzo de este joven y a tu apoyo.
Gracias por ayudarnos a demostrar que la pobreza tiene solución. Tu solidaridad es el motor que hace posible un futuro más justo e igualitario.
Este mes de noviembre te presentamos a Ilda, quien nos recibe al frente de su pequeño negocio de alimentación, que compagina con la cría de ganado. Vive en el país más joven de Asia, Timor Oriental, donde hay unos alarmantes índices de desigualdad, pobreza y vulnerabilidad ante el cambio climático. Ella, sin embargo, se muestra feliz porque, gracias a tu apoyo, ha conseguido labrarse un futuro alejado de la pobreza. ¿Quieres saber cómo la has ayudado?
Las mujeres de Timor Oriental experimentan grandes cotas de desigualdad y exclusión, ya que no tienen acceso a la educación ni ingresos propios. Desde Oxfam Intermón trabajamos para combatir la desigualdad apoyando a las personas más vulnerables. Por eso, en colaboración con la organización local KSI, nos pareció fundamental impulsar el programa “Ahorros para el cambio”. Con él queremos cambiar las injustas reglas que condenan a las mujeres a la pobreza y fomentar su autonomía, su independencia y su empoderamiento.
A las participantes del programa siempre les pedimos que escriban en un papel sus “deseos”. Ilda lo tuvo muy claro: se unió al programa para conseguir construirse una casa y, a la vez, asegurarse unos ingresos estables a través de la cría de ganado y la agricultura. Para ello, necesitaba aprender a enfrentarse a la crisis climática que tanto castiga a su país.
A través del programa le hemos brindado formación para mejorar en la planificación y gestión de las cosechas y para tratar con el ganado en condiciones adversas. Y también le hemos dado herramientas para que incremente su confianza en ella misma y para impulsar su toma de decisiones, ya que, en su entorno, Ilda no tiene referentes femeninos: las decisiones importantes siempre las han tomado los hombres, pues hasta ahora eran ellos quienes gestionaban el dinero y trabajaban fuera de casa.
Ahora sonríe cuando nos cuenta que ha conseguido hacer crecer papayas, plátanos y otras frutas y hortalizas, y que ha aprendido a evitar que el ganado enferme. Y, lo más importante, se ha convertido en un ejemplo de liderazgo femenino para otras mujeres y es líder de su grupo de ahorro. ¡Todo ello está revolucionando positivamente su comunidad!
Dilma Herrera es una mujer fuerte y emprendedora que, a sus 62 años, no imaginaba tener que reinventarse para poder seguir viviendo en la Amazonía boliviana, el lugar donde crecieron sus antepasados y antepasadas y cuya prosperidad ha alimentado a toda su familia durante siglos. Este es su hogar y, a juzgar por la determinación con que ha sabido enfrentarse a la presión de la crisis climática, lo seguirá siendo por muchos años. ¡Descubre cómo la estás apoyando! Como muchas otras mujeres indígenas de la zona, Dilma se ha dedicado siempre al cultivo de la nuez de Brasil y el cacao, que son su principal fuente de ingresos.
Desgraciadamente, los fenómenos climáticos adversos han aumentado en Bolivia, el país de América del Sur más vulnerable a la crisis climática y el más afectado por la falta de agua. Dilma no recuerda haber visto tal cantidad de inundaciones y de sequías extremas como en los últimos años.
A causa de estos fenómenos, la producción de Dilma se redujo a menos de la mitad y sus ingresos cayeron en picado. La crisis climática ha generado graves problemas económicos a las familias agricultoras y ello las ha obligado a buscar nuevas maneras de obtener ingresos. La ganadería y la explotación minera del oro se están extendiendo allí, en sus formas legales e ilegales, y ya son la principal alternativa de negocio. Para la tenencia de ganado, las empresas y personas propietarias privadas talan árboles y queman la vegetación de las zonas de bosque para que las vacas puedan pastar. Todo ello provoca incendios, deforestación y la contaminación de los ríos.
En Oxfam Intermón apoyamos a las personas más afectadas por el cambio climático, que también son las más vulnerables. Por eso, hemos formado a Dilma y a otras personas de familias agricultoras para que aprendan a cultivar varios tipos de árboles frutales. Les hemos entregado plantones y también una colmena para iniciar un ilusionante proyecto de apicultura. En la actualidad, Dilma cuenta con una parcela en la que, además de cacao, cultiva copoazú, eucaliptos, naranjas, mandarinas, maíz y almendras. Estas variedades crecen en épocas distintas a la del cacao y le permiten tener ingresos de manera continuada.
“Ahora tengo plantaciones de todas las variedades. Eso me da frutos y me gusta mucho. Desearía seguir sembrando más plantaciones porque eso nos da para vivir para mí y mi familia.”
Y, por si fuera poco, las abejas de la colmena no solo le dan de 10 a 20 litros de miel para poderlos vender, sino que también polinizan las flores y fomentan la producción de frutos.
Ayudando a Dilma y a muchas familias no solo les facilitamos la posibilidad de vivir en sus tierras mediante una agricultura sostenible: también preservamos la Amazonía, que es uno de los más importantes pulmones del planeta.
Este mes te traemos la historia de Marianne, una mujer de Filipinas con una energía contagiosa que, gracias a la formación recibida, está ayudando a su comunidad a protegerse de desastres climáticos. ¡Gracias por hacerlo posible!
Marianne Penido forma parte del grupo de mujeres encargadas de reducir el riesgo de desastres en la municipalidad de Dolores, al norte de Filipinas. La crisis climática está llevando fenómenos cada vez más extremos y frecuentes a esta parte del mundo, pero, gracias a su tesón y a las capacidades que ha adquirido, Marianne está saliendo adelante y consiguiendo que toda la gente de su pequeño municipio también lo haga.
No te puedes imaginar cómo ha cambiado su visión de futuro de un tiempo a esta parte. Ahora se siente más segura y, lo más importante, se muestra feliz por poder seguir viviendo en su tierra.
Marianne forma parte de un amplio proyecto destinado a que las personas que viven en zonas de riesgo de desastres climáticos puedan recibir formación para coordinarse a la hora de hacer frente a emergencias a pequeña escala. Garantizar que las mujeres estén incluidas en los espacios de toma de decisiones es una de las claves del programa. Y este detalle, que podría parecer uno más, ha resultado transformador. La pertenencia a estos grupos y las formaciones que han recibido han convertido a estas mujeres en líderes fuertes, con un rol decisivo en sus comunidades.
Las mujeres se organizan en grupos que fomentan el ahorro y utilizan estos fondos para varios propósitos. Algunos grupos otorgan préstamos a bajo interés a sus miembros para que puedan cubrir gastos o poner en marcha pequeñas empresas, mientras que otros usan los fondos para participar en proyectos de mejora del entorno. Es el caso de Marianne, que se ha implicado en un programa de reforestación de manglares cuyo objetivo es proteger a su comunidad de grandes tormentas y al mismo tiempo proporcionar un vivero para peces, crustáceos y otros animales marinos.
Estas soluciones están resultando tan efectivas que no solo se llevan a cabo en Filipinas, sino que también se aplican a comunidades afectadas por la emergencia climática en Nepal, Indonesia y Bangladesh.
Como tú, creemos que todas las personas deben tener las mismas oportunidades, con independencia del sitio en el que hayan nacido. De parte de Marianne y de todas las personas a las que estás apoyando, muchísimas gracias.
Hoy te invitamos a conocer a Leticia Yankey, una mujer pionera en la producción de cacao en Ghana (de este país y de Costa de Marfil procede el 60% del cacao que se consume en todo el mundo). ¡La historia de Leticia y su lucha por la igualdad de oportunidades es todo un ejemplo de vida para muchas mujeres!
Si consumes habitualmente un producto tan delicioso como el chocolate, sabrás que su precio se ha disparado en los últimos años. La demanda mundial no para de crecer. Sin embargo, un 90% de las 800.000 personas que se dedican al cultivo del cacao en Ghana no se benefician de ello e inexplicablemente viven en la pobreza. “Hay muchas personas intermediarias, desde aquí no controlamos nada”, se queja Leticia.
Leticia comenzó cultivando maíz, mandioca y plátanos, lo que le permitió comprar nuevas tierras y dedicarlas a la producción de cacao. Pasó de 2,5 hectáreas a más de 14 y fundó la cooperativa Cocoa Mmaa, compuesta en su mayor parte por mujeres y ahora dirigida por ella.
“Empecé a sembrar cacao en 2010, fui la primera en la región. Otras mujeres me vieron y me imitaron. Fue el inicio de la cooperativa, que hoy tiene 600 miembros”, explica.
Su historia es un modelo de valentía en Ghana, donde el sector está dominado por los hombres: ellos poseen la tierra, gestionan los ingresos y son los principales destinatarios de los procesos de formación que llevan a cabo las empresas y el Gobierno.
Ser una cooperativa de mujeres les permite negociar mejores condiciones de venta y tener más fuerza para exigir cambios en la regulación, empezando por la posibilidad de ser propietarias legales de las tierras que les pertenecen y de que éstas no pasen por defecto a manos de sus maridos, además de percibir un mayor porcentaje de los ingresos de este lucrativo negocio que solo beneficia a unas pocas personas.
Desde Oxfam Intermón estamos apoyando la cooperativa de Leticia con formación sobre negocios, producción agrícola y legislación. Queremos que en Ghana y otros países prosperen los negocios sostenibles, que promuevan la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, beneficien al eslabón más débil de la cadena (el que trabaja la tierra) y se conviertan en opciones de vida justas y dignas para todas estas personas.
La pobreza se puede erradicar. Y con tu apoyo, lo estamos logrando. Millones de gracias.
Este mes te acercamos a Baraipur, muy cerca de Calcuta, para presentarte a Anima, una mujer sonriente, trabajadora y con una gran determinación para sacar a su familia adelante gracias al trabajo que desarrolla como artesana en la asociación EMA, que cuenta con el apoyo de Oxfam Intermón.
Anima Mondal nos recibe al lado del centro de elaboración de artesanía en el que trabaja, en la pequeña localidad de Baraipur. A sus 38 años, se confiesa orgullosa de tener una profesión que aprendió hace ya más de quince años, cuando se incorporó a la Asociación de Marketing Justo (EMA). Su marido tuvo que dejar de trabajar tras sufrir un grave accidente y desde entonces es ella quien hace avanzar a su familia, formada por sus dos hijas, su marido y su suegra.
El trabajo de Anima consiste en dar el acabado a las piezas de cuero pintando sus bordes. Nos comenta que le encanta haberse convertido en artesana y desea jubilarse en EMA, donde las condiciones laborales son justas y hay confort y buen ambiente entre los compañeros y compañeras.
La apuesta social de EMA es uno de los motivos por los que trabajamos con esta asociación desde 2010. Mujeres como Anima elaboran con profesionalidad y entusiasmo la colección de bolsos y carteras de cuero de nuestra marca de moda de comercio justo Veraluna. EMA prioriza la contratación de las personas más vulnerables, sin formación ni ingresos, del ámbito rural. Al cabo de tres años, se convierten en socias y, a partir de entonces, participan de pleno derecho en los órganos de decisión de la asociación. Esto supone toda una revolución para estas mujeres, atravesadas por una doble discriminación: la de haber nacido mujer y la de la pobreza. En la India, millones de mujeres son contratadas como mano de obra barata para la gran industria textil en condiciones cercanas a la esclavitud.
Escuchar la historia de ilusión y esperanza de Anima Mondal nos reafirma en nuestra apuesta por el comercio justo. Con esta herramienta no solo combatimos la pobreza sino que también empoderamos a miles de personas, mediante formación y trabajo digno. Millones de gracias por hacerlo posible.
Nos encanta compartir contigo los logros de las personas a las que apoyas. Este lunes te contamos la historia de Mihret, quien, gracias a personas como tú, ha podido recibir apoyo para empezar de nuevo tras la guerra en su Etiopía natal.
Mihret Halefom tiene 35 años y una intensa vida a sus espaldas. Ha sobrevivido a una guerra y sabe bien lo que es enfrentarse a la pobreza. Tras unos años muy duros, en los que cada día era una lucha por la supervivencia, nos recibe ilusionada en su pequeña cafetería, en el corazón de Kukufto, en la región de Tigray (Etiopía), un confortable lugar que es un sueño hecho realidad.
Recuerda bien el 4 de noviembre de 2020, el día en que estalló la guerra en Tigray: “Tenía mi propia casa y una tienda y un restaurante con los que mantenía a mi familia, pero todo quedó destruido y tuve que huir junto con mi esposo y mis cinco hijos e hijas”.
Su vida como desplazada fue muy dura. Sin hogar ni pertenencias, tuvo que malvivir en una región gravemente afectada por la sequía, con muchas otras familias desesperadas y al borde de la inanición. “Comíamos lo que encontrábamos: si había suerte, teff seco y té. Fue muy difícil”, nos cuenta.
Tras el alto el fuego, Mihret y su familia decidieron regresar a casa para comenzar desde cero. Además de reconstruir su hogar, debían encontrar un medio para vivir. Así, ella y otras mujeres se unieron a un grupo de ayuda impulsado por Oxfam Intermón en el que pudieron formarse en la gestión de pequeñas empresas y tener acceso a microcréditos. “Pedí un crédito de 3.000 birrs (unos 50 euros) a mi grupo y así es como fundé mi pequeña cafetería.”
No te imaginas lo que esta cafetería ha hecho por Mihret y por su comunidad. Es un centro de reunión lleno de risas y conversaciones y una fuente de ingresos importantísima para ella.
“El negocio me ha ayudado muchísimo, ahora puedo alimentar a mi familia”, afirma.
Además de apoyar a más de 50 grupos de ayuda y a centenares de familias para que recuperen sus vidas, también estamos acercando el agua a comunidades que, de otro modo, tendrían que caminar 7 km para conseguirla.
Muchísimas gracias por apoyar a Mihret y a miles de personas más para que puedan empezar de nuevo tras una guerra.
En el distrito de Dhading, en Nepal, Sangita Sijali y sus vecinas han unido sus esfuerzos a los de Oxfam Intermón para adaptarse a la escasez de agua de los últimos años. Y, a juzgar por su sonrisa, ¡lo están consiguiendo!
La crisis climática está causando estragos entre las personas con menos ingresos, las cuales dependían de la agricultura para sobrevivir. Ante la falta de lluvias, no hay más remedio que aguzar el ingenio y buscar nuevas maneras de ganarse la vida. Y eso hizo Sangita tras darse cuenta de que los grupos de turistas que visitaban su zona dejaban platos de plástico a su paso.
Ella y otras mujeres de su comunidad tuvieron una idea fantástica para reducir la contaminación plástica al tiempo que obtenían un medio para ganarse la vida: elaborar platos tradicionales de hojas biodegradables.
“Se nos ocurrió la idea de hacer platos de hojas, pero necesitábamos aprender cómo producirlos. Nos agrupamos y nos coordinamos con Oxfam Intermón y con su socio local, RDC, que nos compraron una máquina de prensado de platos. Nos mostraron cómo utilizar la máquina, cuánto calor hace falta y cómo cambiar el tinte”, relata Sangita.
Ha pasado ya un tiempo y los resultados no se han hecho esperar. “Ahora consigo ahorrar entre 2.000 y 2.500 rupias al mes (de 15 a 20 euros, aproximadamente). Estoy muy feliz de poder ganar dinero por mi cuenta y administrar mis gastos sin tener que depender de otras personas”. Con lo que gana, Sangita ha pedido un préstamo para comprarse un tuk-tuk, un pequeño vehículo de tres ruedas: “Tras dos pagos más, será enteramente mío”, nos cuenta orgullosa.
Este proyecto está beneficiando también a otras personas vulnerables, que no tenían ingresos fijos y solían vivir de la leña que conseguían talando árboles en el bosque, un trabajo duro que apenas les servía para sobrevivir. Los platos de hojas han revolucionado la comunidad de Sangita Sijali y lo han hecho de la mejor manera posible: protegiendo el medio ambiente. ¡Muchas gracias por hacerlo posible!
“Mi marido, Alhaji Bangura, y yo hemos aprendido mucho sobre agricultura y ganadería, desde la cría de pollos hasta el cultivo eficiente de la mandioca. Este es nuestro primer trabajo remunerado y nos ha cambiado la vida”, nos cuenta Hawanatu Conteh, que se siente muy afortunada de tener un medio para ganarse la vida en uno de los países donde hay más pobreza del mundo, Sierra Leona.
La contribución de Hawanatu y Alhaji forma parte de un amplio proyecto orientado a impulsar la producción ganadera con el objetivo de combatir las masivas tasas de desempleo del país, especialmente entre las personas más jóvenes. La granja funciona como una cooperativa en la que todos los miembros toman decisiones y trabajan de forma conjunta para sacarle el máximo rendimiento. Y está dando grandes frutos.
Durante los dos primeros años, Hawanatu y el resto de jóvenes recibieron formación intensiva y fondos que posteriormente invirtieron en adquirir máquinas para moler el grano, una motocicleta, un congelador y un generador de corriente. Ahora, su molino produce de 20 a 30 bolsas de gari (alimento para pollos) al día, lo que les genera un buen excedente que venden a otras personas productoras, que no tienen los medios ni el conocimiento que les ha aportado Oxfam Intermón. Por si fuera poco, la cría de pollos está dando resultados excelentes. Hace poco tenían 100 pollos y ahora son ya 1.000, y esperan llegar a los 9.000 en los próximos años.
“Nuestros hijos aún son pequeños, pero les digo con orgullo que es aquí donde consigo el dinero para satisfacer sus necesidades”, afirma Hawanatu. Cuando llega a casa, los pequeños le explican lo que han aprendido en la escuela y le piden que les cante una canción. Terminan la jornada disfrutando en familia, sin el temor con el que vivían cuando no tenían trabajo ni veían cómo conseguirlo.
Porque promover oportunidades de empleo es una semilla que da sus frutos en forma de educación, bienestar y opciones de futuro para miles de familias. Y, sin tu apoyo, no sería posible. ¡Muchas gracias una vez más!
Marlin Carine Garcés Panameño es una antigua estudiante de la organización Ambulua, una de las más importantes de Buenaventura (Colombia), a la que apoyamos por su gran labor con jóvenes y mujeres.
Tras su paso por Ambulua, Marlin ha evitado caer en las redes del narcotráfico, que tratan de atraer a miles de jóvenes. Se ha formado, y ahora vive de su profesión como cantante y compositora. Su sonrisa nos demuestra que no puede ser más feliz.
Buenaventura es un laberinto de territorios liderados por pandillas. “Los grupos armados se meten en la vida de las personas de tal manera que no hay forma de estar verdaderamente a salvo”, nos cuenta Carlos Mejía, director de Oxfam Colombia.
En medio de tanta violencia, Ambulua es un rayo de luz. La organización toma su nombre de una palabra yoruba (debido a la herencia africana de buena parte de la población de Buenaventura) que significa “la luz que ilumina mi pensamiento”. Sus mensajes de paz, resistencia y orgullo cultural, unidos a su esfuerzo por poner fin a la violencia de género en cualquiera de sus formas, están llegando a las escuelas, al Gobierno y a los espacios cívicos de todo tipo. Las personas que se gradúan gracias a las clases de Ambulua a menudo experimentan un cambio en el curso de sus vidas: evitan la violencia que reina en las calles, encuentran la manera de seguir una educación superior y llegan a ejercer profesiones que mejoran sus vidas y la de su comunidad.
Una parte central del trabajo de Ambulua son los cursos (de escritura, por ejemplo) que ayudan a las personas jóvenes a procesar la violencia que ha destrozado sus vidas, y también los que les ayudan a comprender su herencia y sus derechos. El grupo también echa una mano a artistas de la ciudad que, con el baile y la música, aportan cierta felicidad a las comunidades, habitualmente sumidas en el miedo y el dolor. Las amistades y las redes que se crean aquí tienen una función muy importante, que es restaurar el tejido dañado de la ciudad.
Y, con tu apoyo, lo están logrando. Miles de gracias de parte de todas las personas a las que estás ayudando a labrarse un futuro lejos de la violencia en Colombia.
Cuando Manal habla de su proyecto, se le iluminan los ojos. Para ella, la pequeña tienda que ha abierto recientemente en la localidad rural de Misraba, a las afueras de Damasco, Siria, no es solo un lugar para vender productos: es su sueño hecho realidad.
Este proyecto le da sentido y dignidad a su vida y, sin duda, sirve de inspiración a otras mujeres que luchan por salir adelante en un contexto marcado por el conflicto.
“Mi sueño es tener esta calle llena de mujeres que tengan sus propias tiendas y negocios. Después de todo, las mujeres somos fuertes por naturaleza”, afirma.
No ha sido un camino fácil. Manal y su marido perdieron todo lo que tenían y tuvieron que huir a otra ciudad a causa de la guerra. Cuando decidieron regresar, ella y su familia trabajaron incansablemente durante cuatro largos años para tratar de rehabilitar su casa, que a duras penas se mantenía en pie. Tiempo atrás, Manal era una mujer tímida que descargaba en su marido la tarea de ir al mercado y tratar con comerciantes, y rara vez interactuaba con hombres que no fueran de su familia. Ahora regenta un negocio que es a la vez su orgullo y su sueño hecho realidad. Ella misma ha pintado las paredes de la tienda y se encarga de tratar a diario con las personas proveedoras y la clientela. Gracias a su tesón, puede mantenerse a sí misma y a su familia e invierte parte de lo que gana en educación para asegurar el futuro de sus hijos e hijas. Además, su negocio no solo le aporta ingresos; también le ha permitido superar la timidez y reafirmarse como una mujer capaz e independiente.
Cumplir sueños como el de Manal es posible gracias al apoyo de personas como tú. En las localidades sirias de Misraba y Madiarah, desde Oxfam Intermón estamos formando a mujeres en el diseño y la ejecución de pequeños planes de negocio. Acabado el periodo de planificación, les proporcionamos financiación para que puedan llevar a cabo los proyectos que ellas mismas han ideado, y con eso pueden generar ingresos estables en un contexto de crisis económica crónico.
En nombre de Manal y todas las mujeres sirias a las que estás apoyando, gracias por brindarles esperanza.
Oxfam Intermón es miembro de la confederación internacional Oxfam.